Un conocido pornógrafo ha escrito en su blog un artículo titulado «Las mentiras asustaviejas que nos meten sobre las ETS» [atención: web de contenidos para adultos] en el que hace público un e-mail de un supuesto médico que denomina las ETS (enfermedades de transmisión sexual) «miedos infundados y mentiras asustaviejas» y «desmonta» la perversa conspiración urdida por las compañías fabricantes de preservativos para que la humanidad practique sexo seguro. El e-mail está plagado de incorrecciones y falsedades por lo que en caso de que el autor sea médico tiene importantes lagunas en su formación. No obstante, conviene recordar que la usurpación de título es un delito en España con el agravante de ostentación pública.
La publicación de un artículo tan falaz no puede obedecer a otra cosa que a un afán desmedido por provocar y generar polémica. Sin embargo, a tenor de algunos comentarios vertidos por usuarios que se jactan de padecer ETS, se puede concluir diciendo que es un artículo peligroso y que genera una falsa sensación de seguridad. Afortunadamente, la gran mayoría de los comentaristas ponen freno, rebaten y rechazan frontalmente la información expuesta en el artículo.
El e-mail invita a prácticas irresponsables basándose fundamentalmente en la existencia de fármacos y tratamientos eficaces contra las enfermedades de transmisión sexual. En esta línea manifiestan su preocupación Fernández Guerrero M.L. y Fernández de Mosteyrín S. en su carta titulada «Las conmemoraciones del SIDA: oportunidades perdidas» (Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, volumen 30, número 1, Enero 2012, págs. 49-51), en la que ponen de relieve que «el discurso del sida se ha dulcificado» y que las ideas optimistas sobre de la enfermedad contribuyen «a su expansión por el camino de la trivialización».
Estos autores señalan que, en el caso del VIH, el grupo en el que la infección sigue extendiéndose dramáticamente es el constituido por hombres jóvenes que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, y que no conocen las dramáticas consecuencias del sida en los años 80 y 90, creen que «el sida ha sido vencido» y «piensan que la enfermedad es algo ajeno, extraño «que no puede pasarme a mí» y que, si sucede, tiene tratamiento.
El falso sentido de seguridad que aportan los tratamientos desdibujan los límites entre salud y enfermedad y provoca la relajación de las medidas preventivas y «la preocupación de la salud se ha decantado más por el consumo farmacológico que por el cuidado de sí mismo».
La consecuencia de este desconocimiento y de esta trivialización es la aparición de nuevas infecciones por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.