En el blog The Chirurgeon’s Apprentice apareció con motivo de San Valentín un historia de amor y sífilis. Se trata de unos hechos registrados por el Real Colegio de Cirujanos de Londres acerca de una mujer, probablemente contagiada de sífilis por su marido, y que llevaba una prótesis porque no tenía nariz.
El artículo cuenta que la pérdida de la nariz era una de las secuelas más comunes de la sífilis en el siglo XIX. Se trataba una deformidad tan frecuente que se inventó una «prótesis» específica con motivos estéticos. De hecho, surgieron hermandades y grupos de personas sin nariz, denominadas «club sin nariz» (no nose club):
«Miss Sanborn nos cuenta que un excéntrico caballero, que deseaba ver a un gran grupo de personas sin nariz, invitó a todos los afectados por este mal, a los cuales había conocido en las calles, a cenar cierto día en una taberna, donde conformó con ellos una hermandad»
El curioso invento de la prótesis de nariz no era el único invento en torno a las enfermedades de transmisión sexual. Aquellos que querían evitar el contagio de la sífilis u otras enfermedades podían utilizar preservativos hechos de tripa y que se sujetaban con un lazo. Sin embargo, su incomodidad y su alto precio hacían que muchos se arriesgaran a coger la sífilis o la gonorrea antes que «luchar con la espada envainada».
¿Y cuál es la historia de amor registrada por los cirujanos londinenses? El marido de la mujer sin nariz falleció a causa de la sífilis y, un año más tarde, nuestra anónima protagonista, que había perdido también los dientes y el paladar a causa de los tratamientos con mercurio, encontró de nuevo el amor y se casó. Lo que registró el Colegio de Cirujanos de Londres fue la venta de la prótesis de nariz a un médico por parte de la mujer porque «le gustaba a su marido tal como era, ¡sin nariz y todo!».
El estupendo post original, con la historia del «club sin nariz» más desarrollada, imágenes del preservativo y bibliografía utilizada, lo podéis encontrar en: The Chirurgeon’s Apprentice Syphilis: A Love Story.