Ya hemos visto cuál es el tratamiento más adecuado de la infección gonocócica, y como el tratamiento se realiza habitualmente ante la sospecha clínica de la infección. Por otro lado, en ocasiones no se puede aislar el microorganismo en cultivo o el cultivo no se realiza, por lo que resulta imposible realizar estudio de sensibilidad a antibióticos que puede permitirnos realizar un tratamiento dirigido. Estos dos hechos son importantes ante el aumento de las tasas de resistencia de N. gonorrhoeae a los antibióticos utilizados habitualmente para su tratamiento.
Históricamente Neisseria gonorrhoeae ha desarrollado con facilidad resistencias a los antibióticos, así en la decada de 1940 aparecieron las primeras resistencias a las sulfamidas, en la década de 1980 aparecen las resistencias a la penicilina y a las tetraciclinas, y más recientemente a en la década de 2000 a las quinolonas. Las recomendaciones actuales de tratamiento de la infección gonocócica se basan en el uso de cefalosporinas de tercera generación. Sin embargo se ha observado una reducción de sensibilidad a estos antimicrobianos tal y como se refleja en el editorial de New England Journal of Medicine publicado el 9 de Febrero de 2012.
«The proportion of GISP isolates for which the minimum inhibitory concentration (MIC) of cefixime is elevated (≥0.25 μg per milliliter) has increased by a factor of 17 — from 0.1% in 2006 to 1.7% in the first 6 months of 2011. (Although the MIC breakpoints for resistance to cephalosporin have not been defined, the Clinical and Laboratory Standards Institute defines susceptibility to cefixime and ceftriaxone as MICs of 0.25 μg per milliliter or below.)»
Según datos del sistema de vigilancia epidemiológica GISP (Gonococcal Isolate Surveillance Project) el porcentaje de cepas con sensibilidad disminuida a cefixima se ha multiplicado por 17, del 0,1% en 2006 al 1,7% de todas las cepas aisladas en los 6 primeros meses de 2011. Estas cepas resistentes se detectaron por primera vez en Asia Oriental, describiendose un caso de fracaso terapéutico con cefixima en 2003 en Japón, y posteriormente en Noruega y el Reino Unido. Como indican en el artículo citado, se desconoce si dicha reducción de sensibilidad puede contrarrestarse con dosis más altas de cefalosporinas.
El tratamiento más eficaz sigue siendo una única dosis intramuscular de 250mg de ceftriaxona para los casos de infección gonocócica, sin embargo la pérdida de sensibilidad a cefalosporinas y la aparición de resistencias a azitromicina puede complicar en el futuro el tratamiento de la infección gonocócica. Además, las técnicas de amplificación de ácidos nucléicos aunque detectan el microorganismo, no nos permiten detectar la presencia de genes que confieran resistencia, por lo que el aislamiento en cultivi de N. gonorrhoeae sigue siendo primordial para el estudio de vigilancia epidemiológica, y habrá de realizarse siempre en casos de fracaso terapéutico tras tratamiento con cefalosporinas.
¡Habremos de permanecer vigilantes ante la amenaza del gonococo no tratable!
El artículo origina lo podréis encontrar en NEJM: The Emerging Threat of Untreatable Gonococcal Infection Gail A. Bolan, M.D., P. Frederick Sparling, M.D., and Judith N. Wasserheit, M.D., M.P.H. N Engl J Med 2012; 366:485-487February 9, 2012
[…] comentabamos en una entrada anterior, en la actualidad se han descrito cepas de Neisseria gonorrhoeae resistentes a la mayor parte de […]